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Lo supe por primera vez a los cinco años cuando corría por la playa Bristol y pisé una colilla encendida. Pero eso no me priva de fumarme hoy en día tres paquetes diarios porque también los aditivos se venden y se compran legalmente. Me recuerda el Rato P que los médicos(fumadores o no) recomiendan abstenerse mientras la hipocrecía política se encarga de penalizarlo sin poder evitar esa suspension de metales pesados sobre nuestras cabezas. Una verdadera simulación mal orquestada por los obsecuentes de la salud pública. También me recuerdo a Don Gonzales, el carnicero español de aparente mala leche que lejos de matar a nadie(ni siquiera a las vacas) dejaba a un lado del mostrador su puro siempre empezado y candente para atender los requerimientos de las marujas del barrio con una tranquilidad pasmosa. Termino el cigarrito, meamos y a dormir.