jueves, 11 de noviembre de 2010

INFLEXIONES SOBRE LA CRISIS(21)







HABITACION 306



La Tere, sin proponerselo terminaría sus días en un sitio tan impersonal y artificial como este, en La Moraleja. Rodeada de tantas objetos y personas desconocidas como no hubiera querido imaginarse. Pero también la presencia de la familia le recuerda a cada momento su enfermedad. Una enfermedad que se sustenta en ciertas mentiras piadosas más que en la realidad de su sufrimiento. Tardiamente las operaciones y la "quimio" se aceptan como una peluca de la circunstancia para cantar BINGO. Hace 20 años que Tere piensa en la viudez de su madre aunque sea diferente a la suya, porque los hombres y los amores nunca vuelven, y por exagerar, los hijos siempre demandan hasta cuando duermen. Ahora sabemos que La Tere está viva, como está muerta. Como nosotros. Igual que nuestras pretenciones cuando se díce que la muerte de la muerte se puede vivir, y esa no es la única pérdida en el dialogo con la morfina. La televisión desafina con los chillidos de otra pajarraca en La Cinco al tiempo que la enfermera entra y sale. Ya pasaron dos veranos desde aquel hotel en Jávea, tan artificial e impersonal como este. Cuando el devenir se tiñó de un color inalterable, Tere sigue dibujandose de Caoba las cejas. Y a nosotros, nos toca dar una vuelta por los alrededores del tanatorio de Móstoles en una moto robada por el abandono.