domingo, 12 de diciembre de 2010

INFLEXIONES SOBRE LA CRISIS(22)




Una amiga española me explicó que antes de navidad, toda la gente de bien se divierte, sale a cenar y demás. A tal punto que en medio de la diversión se le olvida a quién tiene que felicitar y pára qué. O lo que es peor, que te digan que te pintes las canas y el año que viene nos volvemos a encontrar aqui. Sin exagerar,tampoco se le debe llamar jaula a lo que no tiene barrotes. El RatoP me reforzo la idea pero antes me pidió que no me enojara. Díjo que sea navidad o no, todos los pavos parecen iguales: grises los que tienen plumas, y algo pálidos los desplumados que se exhiben en las neveras. Pero aunque no seas pavo, en el medio de ellos podrías pasar desapersibido. Yo le díje a mi amiga:-Ni se te ocurra llamarme a las 5 am para volver a contarme esto?!-. Aunque ella juró y perjuró que lo haría, porsupuesto, no me llamó. Entonces apagué el scaner y me fuí a dormir. Como un pavo.

jueves, 9 de diciembre de 2010

DANKE CHARLY (Hans Julius Voss)







EL GATO QUE MIRABA



Hoy es sábado y Luis no trabaja. Al mediodía apareció un gato por la piscina. Un gato persa desconocido, grande y gris, de pelos apelmazados. Echado de cara al borde, al principio lo creí bebiendo agua pero, al cabo de una hora, seguía en la mísma postura. Me resultó imposible que pasara del olor y el sabor del cloro. Entonces, no bebía. Se lo notaba abstraído y tranquilo en la contemplación del agua. Desde mi ventana, parecía que el tiempo se resolvía en un logaritmo interminable: El gato mirando el agua, yo al gato, un vecino alemán a mí, un caminante al vecino, el barrendero al caminate, la guardia civil al barrendero, un conductor en la esquina mirando a la guardia civil, y así, todo seguía un sistema de proporción inabarcable. Hoy es martes, Luis volvió al trabajo y se ocupó del jardín grande que da a la cabecera de la piscina. Hacia el mediodía me trajo unas cartas, contandome que había encontrado un gato muerto detras de las piteras y palmeras de la avenida Las Playas, y que no se animaba a tocar. Fue inmediato y espontaneo preguntarle qué sabía de Charly, mi vecino alemán. Me contestó sin titubeos.- Charly no llega a la navidad. Tiene la mirada perdída en el reflejo de sí mísmo-.