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Desde la pinchadura en la burbuja de las Ilusiones Rastreras, a varios le desaparecieron dos manos de las cuatro que usaban para trincar guita. A otros le cortaron una, y se quejan sistematicamente porque claro, así no se puede agarrar la mísma cantidad. Más son los idiotas (?)que creyeron en ellos, y hoy les toca jugar con atroces puñados de cartas de bancos y cajas de ahorro fusionadas para insistir con las deudas. -Pobre gente- exclamó un gerente-, ahora es igual pero diferente...-. Con el Rato P nos meamos en un cajero automático e intentamos dormir.
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